Truco veraniego: cómo enfriar tu vino al instante… ¡sin arruinarlo con hielo! 

Hay pocas tragedias más grandes que abrir una botella de vino y descubrir que está a temperatura de sopa. Pero antes de que corras a meterle hielo —¡detente!— tenemos un truco digno de los dioses de Baco (y de los amantes del buen beber): uvas congeladas. 

Sí, lo has leído bien. Nada de cubitos aguachentos que destrozan el sabor. Usa uvas naturales congeladas para enfriar tu copa sin diluir ni una gota de placer. 

¿Por qué uvas congeladas?
Porque son del vino y para el vino. Al meterlas en tu copa, bajan la temperatura sin soltar agua, manteniendo intacta la intensidad, acidez, aroma y carácter del vino. Además, quedan preciosas flotando en la copa. Instagram lo aprueba. 

¿Qué tipo de vino lo agradece más?
Blancos jóvenes y frescos: perfectos para terracear.
Rosados juguetones: ideales para tardes largas y conversaciones ligeras.
Espumosos: si no quieres arriesgarte con el hielo, las uvas hacen el trabajo elegante.
Incluso un tinto joven, en días de calor, lo agradece.

Paso a paso (más fácil que abrir una botella):
Lava y seca bien unas uvas (blancas o tintas).
Mételas en el congelador al menos 3–4 horas.
Al servir el vino, añade 2–4 uvas por copa.
Disfruta de un vino fresco, sin sacrificar sabor… ni estilo.

¿Y si no tengo uvas?
Bueno, también podrías usar piedras de enfriar (esas que venden en tiendas gourmet). Pero seamos sinceros: las uvas están más buenas al final.

Consejo Doña Cucharita:
Congela diferentes variedades de uva y combínalas con vinos de la misma zona o tipo. Es un detalle pequeño, pero eleva la experiencia. ¿Verdejo con uva blanca? ¿Tempranillo con uva tinta? El juego está servido.

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