No hay mejor descripción para este vino que la expresión que se le queda a uno cuando después de catarlo recuerda lo que pagó por la botella. Incredulidad al principio, asombro después. Finalmente, simple admiración. ¡No se lo pierdan!

Es imposible valorar un vino como Laya sin hacer referencia a su increíble relación precio-placer. Si en su primera impresión han juzgado el vino positivamente y han apreciado su perfil expresivo y frutal, su madurez, sus agradables aromas de crianza, sus notas cremosas, dulces, especiadas... cuando recuerdan su precio, la valoración no puede ser otra: un buen coupage de garnacha tintorera y monastrell, dos variedades autóctonas de la zona de Almansa, a un precio excelente.