La primera cosecha de este emblemático albariño tuvo lugar en 1928, recogiendo la tradición centenaria de elaboración de vino en el Palacio de Fefiñanes, donde se sabe que se elaboraba ya vino en el siglo XVII. Poco después de aquel 1928, este vino pionero sería ya premiado en la Feria Internacional de Barcelona. Desde entonces, su popularidad no ha dejado de crecer, hasta convertirse en el verdadero estandarte de la bodega pontevedresa.
Para su elaboración se emplean únicamente uvas, de la variedad albariño, por supuesto, de los tradicionales minifundios de la zona de Cambados, en el Valle del Salnés. La uva suele vendimiarse durante la segunda quincena de septiembre y su mosto fermenta durante dos semanas en depósitos de acero inoxidable a baja temperatura.
Convertido ya en vino, este albariño monovarietal de brillante color amarillo dorado pálido, muestra destellos verdosos y mucha luz, indicadores de su juventud y frescura. Su alta intensidad aromática se centra en las flores y, muy especialmente, en la fruta. Desprende perfumes de melocotón y albaricoques, y otros más frescos de manzana verde y limón. Su acidez aparece tan bien integrada en un cuerpo de cierta robustez que lejos de sentirse molesta, ayuda a agilizar y redondear el vino.